miércoles, 9 de marzo de 2011

Capítulo 17

XVII

-          ¿No es todo un encanto? –murmuraba Rebbie con una cálida sonrisa grabada en el rostro, mientras mis mejillas se sonrojaban cada vez más. Michael soltó una risilla al tiempo que me tomaba la mano suavemente.
-          Eres muy hermosa, querida. Más de lo que Michael nos dijo por teléfono –aquel comentario de Katherine hizo que me sonrojase aún más, y causó que Michael diera un saltito: estaba visiblemente nervioso.

Después de que Michael me presentase a Rebbie, Jackie, Tito, Jermaine, La Toya, Marlon, Randy y Janet, sus hermanos, uno por uno, caminamos fuera del aeropuerto, sin importarnos las miradas curiosas de quienes ahí se encontraban. Constituíamos un grupo bastante singular. Katherine y Joseph hicieron señas a uno de sus choferes para llevarnos a casa. La mayor parte de los hermanos de Michael tenían la fortuna de tener un auto propio, así que no necesitaron los servicios del chofer para llegar a Hayvenhurst. En el largo camino, que tomó alrededor de 30 minutos, me limité a mirar en silencio por la ventana, inundándome del glamouroso estilo de Los Ángeles, California. Mirase a donde mirase, había autos de lujo y tiendas de marca. Al girar mi vista a la izquierda, divisé el clásico letrero “HOLLYWOOD” con un nervioso escalofrío. Todo ahí era tan lujoso, caro, brillante… y yo era tan simple, tan común, tan insignificante.

 Sin embargo, a pesar de mi curiosa mirada, había escondida tras mi expresión algo más: terror. Terror de no ser suficiente. Terror de lo que pudiera pasar después…

Michael tomó mi mano, en un intento de darme las fuerzas y ánimos que necesitaba en esos momentos. Yo la tomé sin dudar ni un segundo, disfrutando enormemente de su suave tacto, y dije con un susurro casi inaudible:

-          Gracias.

Al fin, llegamos a Hayvenhurst. Los portones eléctricos se abrieron en cuanto llegamos, y, entonces, el hogar de los Jackson se abrió ante mis ojos. Estaba tan bello como Michael me lo había descrito casi una semana atrás.

El auto recorrió el camino adoquinado flanqueado por enormes árboles de un verde indescriptible hacia la cochera. Cuando abandonamos el coche, me ví obligada a reprimir el impulso de arrodillarme y aspirar de lleno el aroma del pasto recién podado. Miré a mi alrededor, llenándome la vista con aquel verde y enorme patio repleto de árboles exóticos siempre verdes y frondosos. Mis ojos se posaban en cada pequeño detalle, absorbiendo cada centímetro de aquel mágico lugar y grabándolo en mi memoria. Me fijé en la alberca, en el pequeño campo de baloncesto, en las coloridas flores que marcaban la entrada a la casa y en la gran cantidad de aves exóticas que recorrían despreocupadamente el patio. Al fin, como tanto había deseado, Michael estaba en casa.

A pesar de mirar con todo detenimiento hasta el más ínfimo detalle que me rodeaba, había permanecido inmóvil junto al flamante Mercedes 300 SL de Joseph, impactada por la belleza a mi alrededor.

-          ¿Qué te parece mi casa? –preguntó Michael sonriente.
-          ¿Casa? –le miré sorprendida -¿En serio crees que esto es una casa? Yo usaría el término “mansión”
-          Vamos, no es para tanto.
-          Lo que digas –puse los ojos en blanco y le mostré una tímida sonrisa.

Al entrar en la casa, me dí cuenta con sorpresa, de que todo ahí era enorme. Frente a nosotros, se abría una inmensa puerta de caoba, y cuando ésta nos abrió paso, me ví arrojada a un mar de azulejos colores negro y blanco. Unas curveadas y casi infinitas escaleras flanqueadas por un precioso barandal de hierro forjado daban acceso al piso superior. Un hermoso candelabro de vidrio veneciano oscilaba sobre nuestras cabezas, y bellos cuadros tomaban lugar en las paredes.

Sin más, me ví guiada por Michael a una sala que se encontraba en un bajo nivel rodeado por un sofá circular, que parecía una mezcla de lobby de un lujoso hotel y el vestíbulo de una compañía discográfica. Estaba rodeada de numerosas placas, discos de oro y de platino que representaban álbumes y sencillos que habían vendido millones de copias.  Al ver en mi rostro una mezcla de estupefacción y cansancio, Michael abrió la boca para decir algo, pero Katherine fue más rápida.

-          Querida, esta es nuestra casa. Eres bienvenida hoy y siempre. Desde hoy y hasta el día en que te vayas, siéntete en tu casa –comenzó a decir Katherine desplegando toda su cortesía –Veo que estás cansada. Michael haz el favor de mostrarle a Julia su habitación y dale tiempo de descansar.
-          Gracias, Señora Jackson…
-          Nada de formalidades, Julia. Llámame simplemente Katherine –me interrumpió mientras una  amable sonrisa se abrió paso en su rostro.
-          De acuerdo. Gracias, Katherine –le devolví la sonrisa, respondiendo al impulso de la maternal calidez que inspiraba.

Michael se incorporó, me tendió la mano y me guió escaleras arriba hacia la habitación que había ido destinada para mí. La habitación era sencilla, pero hermosa al mismo tiempo. La ventana al fondo del cuarto daba una hermosa vista del patio y dejaba entrar toneladas de luz, iluminándolo todo sin necesidad de usar focos. Las paredes estaban pintadas de un color claro y tenían infinidad de cuadros colgados en ellas. El mobiliario era sencillo, pero era más de lo que tenía en casa. Una inmensa cama con dosel se encontraba en medio del cuarto, había una mesa de noche a cada lado de la cama, un librero repleto de tomos en una de las esquinas de la habitación y un armario enorme al lado opuesto de éste. También había espejos de varios tamaños, un sofá, y un hermoso y aniñado tocador de madera.

-          Ponte cómoda, pequeña. Descansa. Vendré por ti más tarde, necesito mostrarte la casa. Además, todos están ansiosos por conocerte más. Apuesto a que Rebbie y La Toya no aguantan las ganas de llevarte de compras. Y Janet no ve la hora de jugar contigo…

Continuó hablando rápidamente, esbozando sus planes en el aire con tierno entusiasmo, y yo no pude evitar hacer un gesto de desconcierto y alzar las cejas nerviosamente, poniendo de manifiesto mi confusión.

-          Además, la prensa debe conocerte… -al notar el pavor en mi expresión, Michael paró en seco.
-          Lo siento. Necesitas descansar. Me iré ahora.
-          Gracias –alcancé a decir un segundo antes de la pesada puerta se cerrara tras Michael.

Me quedé completamente inmóvil en medio de aquella desconocida habitación. Sin saber muy bien qué hacer a continuación, me decidí a tomar un baño. Me metí en aquella bañera de tamaño descomunal y dejé que agua caliente relajara mis tensos músculos y se llevara la preocupación con ella. Me sentía tan relajada que sólo después de una hora salí del baño. Mientras dejaba secar mi cabello, me dispuse a analizar todo en aquel lugar.

Dejando fuera lo lujoso del mobiliario, todo estaba dispuesto de un modo tan ordenado y pulcro que temía arruinar esa sensación cometiendo el error de tocar algo. Me detuve ante el librero, y me anoté mentalmente el propósito de comenzar a devorar esos libros en cuanto tuviera un rato libre. Comenzaría leyendo Orgullo y Prejuicio de nuevo, uno de mis favoritos. Sin lugar a dudas, lo que más me gustó de aquella habitación, además de la inigualable vista que ofrecía la ventana, fue el pequeño y aniñado tocador. Aquel mueble le confería a la habitación completa un aire infantil que no pasaba desapercibido. Me senté frente a él y me dispuse a analizar mi imagen en el espejo. Suspirando con resignación al mirar mi reflejo, tomé un cepillo de uno de los cajones y comencé a peinar mi cabello. Tomé una cinta roja del fondo del cajón y la usé como diadema. Al mirar en el armario, descubrí que estaba vacío. Supuse que sería víctima de un “rapto” por parte de Rebbie y La Toya hacia la plaza comercial más cercana en un par de horas. La sola idea consiguió aturdirme. Me resigné a usar aquel sencillo vestido blanco que traía desde un principio.

Me detuve un momento para mirar por la ventana, absorbiendo hasta el más mínimo detalle del verde patio que se abría ante mis ojos. Invariablemente, mis pensamientos derivaron hacia Michael. No podía evitar sentir miedo. Sentía miedo porque sabía que esto sólo era el principio del fin. Ahora estaba junto a Michael, pero, ¿cuánto duraría? Al pensar en el momento de separarme de él, una fuerte presión comenzó a acumularse en mi pecho, causándome dolor. Era como si el simple hecho de imaginarme lejos de él pudiera destruirme. Pero después de todo, cada rosa tiene su espina…

Caminé escaleras abajo para reunirme con la familia. Todos me recibieron con halagos que yo acepté con timidez, y sólo Joseph permanecía alejado. Mejor así. No quería soportar ahora su dura expresión.

Antes de haberme sentado en el enorme sofá, Rebbie y La Toya me tomaron de la mano, y, sin darme tiempo de despedirme o protestar, me arrastraron fuera de la propiedad con rumbo al centro comercial.

-          Tenemos que arreglar esto –dijo La Toya tomando una de las esquinas de mi sencillo vestido –No impresionarás a nadie con esto.
-          Pero al parecer a Mike no le importa…  -añadió riendo Rebbie.
-          Es porque a Michael no le importa lo que traigas puesto. Te vería con los mismos ojos aunque llevaras puesto un hábito –las dos hermanas comenzaron a reír a estruendosas carcajadas.
-          ¿Cómo? ¿Con qué ojos me mira? –pregunté seria, enarcando una ceja, sin llegar a entender  el motivo de sus risas.
      -     Con ojos de amor…

4 comentarios:

  1. Sigue muy pronto :)
    Un beeso, cuidatee! Adorooo todo este mundo♥
    Paola.

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  2. Hi adita!!!... esto me encanto, fue un lindisimo capitulo, y wooo con ojos de amor e.e! jejeje me gustó eso, pero la dejaste ahí... yo quería más...! Espero con muchisimas ancias el siguiente cap!. Ah y si puedes y quieres claro esta, pásate por mi blog, lo cree hace poco, soy nueva en esto... ya sabes... Un placer leerte.. con amor...
    michael-you-are-sacred-for-me.blogspot.com

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  3. Hola Julia! Ante todo, mil perdones por no haber pasado antes, pero estoy con tantos exámenes que apenas tengo tiempo. Me ha encantado el capítulo! Me gusta el rumbo que le estas dando a la historia!

    Un beso enorme Julia! MI FIEL LECTORA!

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  4. De nuevo, precioso y tierno final... y muy buen capítulo!! :) Un beso!

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