domingo, 20 de febrero de 2011

Capítulo 10

X

“Michael, te quiero”. Esas palabras resonaban en mi cabeza con la estridencia de miles de campanas, haciéndome notar súbitamente cuán verdaderas eran. En un par de días, Michael se había ganado mi cariño. Él era el verdadero amigo que nunca tuve, era quien me impulsaba a seguir viviendo y a dar lo mejor de mí cada día. Michael, en dos días, se había convertido en todo para mí. Él no podría nunca darse una idea de lo mucho que significaba para mí. Me había salvado de perderme en mí misma. 

-          ¿Es verdad eso, Julia? ¿En verdad me quieres? –me miró con la ternura propia de un niño de 5 años mirando expectante a su madre.
-          Michael, ¿Cómo puedes siquiera preguntar eso? –tomé sus manos, en un espontáneo gesto de afecto, algo muy raro en mí –Por supuesto que te quiero, tonto. ¡Eres mi mejor amigo! No podría comenzar a mencionar todo lo que significas para mí, todo en lo que te has convertido en estos días. No puedes imaginarte el afecto que te tengo.

En ese momento, Michael destruyó la distancia que nos separaba y nos fundimos en un fuerte abrazo. En el momento en que ese abrazo tuvo lugar, los corazones de ambos también se fundieron. Cuando sus brazos me rodearon con un amor y una ternura casi paternales, descubrí que había encontrado la otra mitad de mi corazón.

-          Gracias. Julia, gracias –decía Michael luchando por reprimir las lágrimas. –No puedo creerlo. No puedo creer que hace 3 días me sentía triste y solo, y que ahora una enana de 15 años, después de unas cuantas palabras, algunas sonrisas y muchas lágrimas derramadas, haga que mi mundo se llene de alegría y color, aún en las situaciones más adversas. Gracias, Julia. Gracias por hacerme ver más allá de mi tristeza, por hacerme ver que ya no estoy solo, gracias por ofrecerme tu amistad incondicional y desinteresada. No tengo palabras –acerqué lentamente mi mano a su delicado rostro y, con el borde de mi dedo índice, tiernamente, borré una lágrima que caía por su mejilla –Yo también te quiero. Te quiero mucho, Julia.

Sus palabras desencadenaron fuertes sentimientos en mí. Desde euforia hasta cohibición. Las lágrimas batallaban por hacerse presentes en mi rostro.

-          Bueno, basta de lágrimas por hoy. Me parece que ya hemos llorado mucho. Ahora, propongo disfrutar lo más que se pueda nuestra estancia aquí –Michael me miraba extrañado mientras se secaba los últimos rastros de lágrimas con el dorso de la mano.
-          ¿Estoy escuchando bien? ¿Acaso tú, aquella llorosa jovencita inflexible a enfrentar su destino, me dice ahora que quiere disfrutar su estancia en este “pedazo de infierno”? –la sonrisa en su rostro se hacía cada vez más grande.
-          He decido aceptar lo que venga –dije con un suspiro –El destino es el destino, y si ha decidido ponernos aquí, juntos, por algo será. No nos queda más que aceptarlo y tratar de vivir al máximo cada momento.
-          ¿Quién eres y qué has hecho con Julia? -dijo entre risas -No te pareces en absoluto a aquella jovencita de ojos tristes que ví por primera vez aquí.

Sin tener noción alguna del tiempo, comenzamos a hablar de trivialidades. Yo comenzaba a ver el mundo a través de los ojos de Michael, y él, veía el mundo a través de los míos. En el fondo de mi corazón, yo espera que, con el tiempo, nuestras visiones se hicieran una sola.

Pasado un rato, yo no hacía más que pensar, mirando el atardecer y escuchando el canto de las aves. Michael estaba recostado mirando inocentemente el cielo.

-          ¡Vamos a jugar! –Michael adoptó una mirada juguetona y yo no pude reprimir una risa.
-          ¿Jugar? ¿Qué quieres jugar? –le miré enarcando una ceja.
-          No sé. Quizás a esto –dijo Michael mientras me propinaba un fuerte empujón, al tiempo que se levantaba y salía corriendo con una inmensa sonrisa en el rostro.

Al instante me levanté y eché a correr detrás de Michael, que corría con la rapidez y elegancia de una gacela. Corrí detrás de él, mientras nuestras risas empapaban el ambiente. Cada vez que uno de nosotros reía, nuestra amistad se reforzaba, se hacía indestructible a cada momento. Michael comenzó un letal ataque de implacables cosquillas hacia mí, y, en el suelo e incapaz de dejar de reír, no tuve más opción que rendirme. 

Jugamos como niños durante horas. Después, el cansancio me obligó a parar, no sin tener que soportar las burlas de Michael acerca de mi “falta de condición”.

-          ¿Michael? –dije casi en un susurro después de un buen rato de estar sentada junto a él.
-          ¿Sí, pequeña? –giró su vista hacia mí y me inundó con la calidez de su mirada.
-          ¿Me cantarías algo? –dije tímidamente sintiendo como mis mejillas comenzaban a sonrojarse.
-          ¡Por supuesto! –se situó frente a mí -¿Qué quieres escuchar?
-          Lo que tú quieras cantarme –sonreí ampliamente, pensando en la suerte que tenía. Michael Jackson iba a cantarme algo. Sólo para mí.

Michael se mordió el labio inferior, ocasionando un escalofrío en mí que me desconcertó. Después de poco pensarlo, Michael comenzó a cantar una canción desconocida para mí. Según Michael, se llamaba You Are There.
   
You are there like the laughter of a child
when I need just a smile.
Suddenly, the sun shines for a while...
   
Continuó cantando, pero me ví perdida en la belleza de su voz, que era capaz de transportarme y hacerme sentir emociones como nunca antes. Me perdí en las bellas notas que Michael entonaba, hermosas como un rayo de sol y mágicas como la risa de un niño. Entonando unas cuantas estrofas, Michael iluminó la oscuridad de la noche y colocó una sonrisa en mi rostro. Su voz se asemejaba al canto de las aves, a las risas de un niño y al repicar de una campana, todo en uno, provocando escalofríos en mí, causados por la admiración repentina que sentí.

Just because you’re there
like a rainbow after rain,
like the night follows day.
You are the answers to the prayers I say...

Continuó cantando aquella hermosa canción que había logrado llegar al punto más profundo, frío y solitario de mi corazón.

Cuando terminó apenas pude emitir palabra. Me había dejado extasiada.

-          Y bien, ¿qué te pareció?
-          ¿Bromeas? Me ha encantado. Cantas hermoso, Michael. Nunca había escuchado a alguien cantar así. –Michael comenzó a sonrojarse.
-          Gracias –dijo con un hilillo de voz.
-          ¿Me cantarías otra vez? –pregunté pestañeando repetidas veces, en un pícaro gesto.
-          Las veces que quieras, pequeña.

Así, Michael comenzó a cantar, con la misma expresión en la voz que me hacía estremecer. Me acurruqué junto a Michael, y, arrullada por su bello canto y su dulce aroma, no tardé en quedarme profundamente dormida.

En mis sueños, revivía los hermosos momentos que había pasado con Michael. Y cuando desperté al día siguiente, no pude evitar sentirme culpable. Me sentía mejor en este “pedazo de infierno” que en mi hogar. No pude contener tampoco el cruel pensamiento de que quizá esto era lo mejor que me había pasado en la vida.

4 comentarios:

  1. woooo...MUYY BUUEN CAPITULOO...TE SUPERAS CADA VEXX MASS ...ENCERIOO!! :D :D...amoo tu novelaaa!!! :D...

    by: Jaaaviera

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  2. esta geniaaal!!!
    me encanto due tan tierno este capi!
    una pregunta, de quien es esa cancion? :$
    me da algo de intriga ese ultimo parrafo

    siguela pronto, me encanta :3

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  3. Hola Julia! Morí de ternura con este capítulo! Estoy oficialmente desesperada por que publiques el próximo capi!!!!!

    Para MariJackson96: La cancíon es de Michael. El tema se llama "You are there". Es una de mis favoritas! Te dejo el link en youtube por si la quieres escuchar

    http://www.youtube.com/watch?v=twIVtnkPuUY

    MILES DE BESOS JULIA! SIGUE PRONTO!!!!!!!

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  4. Michas gracias Dange-Mary xD
    es que quise bajarla por ares y no me aparecia con su nombre por eso :$

    Te agradesco el video, :D

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