martes, 7 de junio de 2011

Capítulo 31

XXXI

Los primeros rayos del sol me dieron la bienvenida a un nuevo día. Aquellos sutiles haces de luz dorada llenaron de golpe la habitación, golpearon suavemente mi rostro, y yo recibí de buen grado su cálido contacto, sabiendo que aquel despertar era el primero de mi vida “libre”.

Me estiré perezosamente, sin abrir los ojos, y alargué mi brazo derecho, buscando un cálido cuerpo a mi lado. Un frío hueco con la forma de Michael fue lo único que encontré. El frío golpe de la desilusión me hizo incorporarme velozmente.

Tuve que reprimir las implacables ganas de esbozar una ridícula sonrisa al descubrirme mirando esperanzada el lugar vacío a mi lado, y casi incapaz de obtener oxígeno del aire que me rodeaba. Un racimo de incrédulas carcajadas comenzaron a brotar involuntariamente de mi boca, tomándome por sorpresa.

Y qué maravillosa conmoción sentí entonces al descubrir lo atrapada que estaba. Porque, lejos de ser libre, al tomar la mano de Michael había caído directo en una prisión de impenetrables muros. La sonrisa insulsa que mostré entonces era sólo una prueba más de que aquella prisión era el único lugar en el que quería estar.

Fue fácil descubrir que sería absolutamente imposible escapar de aquella cárcel. Y, aunque escapar fuera una posibilidad, no figuraba en mi lista de deseos. Lo único que deseaba entonces era hacer eterna esa condena, caer aún más profundo en la prisión en la que estaba, de ser posible. 

La simple idea de liberarme de mis cadenas y escapar de mi raptor consiguió privarme del poco oxígeno que quedaba en mis pulmones. Me convencí entonces de que permanecer reclusa bajo la magnética mirada de Michael era infinitamente mejor a ser libre una vida entera. Porque a pesar de no poder hablar sin titubeos frente a él, de no poder mirarle sin sonrojarme de un modo humillante, de ser incapaz de expresar las toneladas de emociones que una sola mirada suya desencadenaba en mí, estaba completamente segura de que al soltar su mano y ser libre, estaría firmando mi sentencia de muerte al mismo tiempo, e inmediatamente caería presa de un carcelero incluso más despiadado: la soledad.

Ocupada tejiendo ensoñaciones en el techo de la habitación me encontraba cuando el estridente sonido del teléfono al sonar me sacó bruscamente de mi mundo de cristal.

-          ¿Hola?
-          ¡La Bella Durmiente ha despertado! –exclamó la melodiosa voz de Michael al otro lado del teléfono, al tiempo que sus armónicas carcajadas ensanchaban la sonrisa en mi rostro –Será mejor que te des prisa, tenemos mucho que hacer hoy.

Las centelleantes risitas que soltó después iluminaron aún más el día, y fue inevitable unirme a ellas. Y así, el sol quedó desplazado en el cielo.

-          Estaré ahí en una hora –concluyó ante mi silencio, y colgó.

Y, sin saber porqué, ese día me sentía ridículamente nerviosa. Abandoné la cama de un salto, y comencé a revolotear entre mi ropa, cayendo presa de una creciente e infundada desesperación. Después de haberme probado cada prenda que llevaba, me decidí por un ligero vestido azul. Con manos temblorosas, me dediqué a peinar delicadamente mi cabello, y a colorear ligeramente mi rostro.

Cuando hube terminado, me dediqué a mirar por la ventana de aquel séptimo piso, esperando la llegada del flamante príncipe de sonrisa arrebatadora. El cielo mostraba un azul increíblemente brillante, y el sol refulgía con fuerza sobre la ciudad. Quise creer entonces que el clima estaba conectado con mis sentimientos, y que la belleza del día era una consecuencia de mi felicidad.

Los delicados nudillos de Michael golpeando suavemente la puerta rompieron mi débil burbuja de fantasías, y, como una niña, me precipité directo a la puerta, peinando rápidamente mi cabello, con las renovadas ansias de sumergirme en el mar de sus brillantes pupilas.

Y fue como si el oxígeno en el aire se hubiera desvanecido. Cuando abrí la puerta, Michael, con las manos en los bolsillos de sus pantalones y aquella deslumbrante sonrisa iluminando su rostro, me miró de tal forma que creí que mi corazón estallaría dentro de mi pecho.

El ritmo de mi respiración se aceleró a niveles imposibles cuando Michael, mientras entraba a la habitación, con su melodiosa voz, murmuró:

-          Buenos días, pequeña.
-          Buenos días, Michael.  –apenas fui capaz de responder.

El suave beso que Michael plantó en mi mejilla desencadenó que cientos de mariposas emprendieran el vuelo dentro de mi estómago. Y creí que yo misma saldría volando cuando Michael tomó mi mano y quedó suspendido a medio metro de mí, mirándome con aquel par de perfectas estrellas que brillaban en sus ojos.

-          Vamos –murmuró, para después echar a andar con dirección a la puerta, dándome apenas tiempo para reaccionar y caminar detrás de él.

Recorrimos juntos aquel pasillo de aspecto infinito, tomamos el ascensor, y salimos del hotel de la mano. Recibimos el golpe del sol en el rostro, y comenzamos a recorrer las calles del Centro Histórico.

Michael, con su insaciable curiosidad, miraba encantado a su alrededor, llenándose la vista de fachadas de estilo Barroco y edificios neoclasicistas. En ese momento, tomada de la mano de Michael, y caminando despreocupadamente por primera vez en mi vida, me fue imposible reprimir una sonrisa que probablemente me hacía quedar como una completa estúpida.

-          ¿Qué pasa? –preguntó Michael, esbozando una sonrisa que logró que mi corazón emprendiera de nuevo sus repiqueteos dentro de mi pecho.
-          Nada –respondí, intentando reprimir una carcajada –Es solo que… soy feliz.

Y era verdad. Tener aquel par de bonitos ojos marrones brillando a mi lado, a aquella arrebatadora y deslumbrante sonrisa cada día, y a aquellos negros rizos danzando al viento era todo lo que precisaba para ser feliz. El poder mirarle todos los días era la única razón por la que abría los ojos cada amanecer. Y aunque no hubiera podido verlo, el saber que aún respiraba, y que vivía en el mismo mundo que yo habría bastado para mantenerme con vida.

Supe entonces que habría luchado contra mil dragones como mi padre, y contra mil demonios para que la flamante sonrisa que brillaba ufana en su perfecto rostro no se borrara jamás. Porque ahí radicaba el sentido de mi vida. Mi centro de gravedad había dejado de ser la Tierra, para convertirse en Michael. Y cuando me mostraba una de aquellas sonrisas que me hacían creer que la perfección existía, mi corazón rompía sus ataduras y emprendía el vuelo.

-          Yo también soy feliz. Tú me haces feliz –murmuró, apretando suavemente mi mano.
-         
En aquel momento, la sonrisa en mi rostro se ensanchó tanto que comenzó a doler. Pero, ¿qué importaba? ¿Qué podía importar el dolor físico que sintiera entonces? ¿Qué importaba si, junto a mí caminaba la única persona que podía hacerme reír y llorar al mismo tiempo, la única que podía curar un corazón roto con un “Te quiero”?

-          ¿Sabes? –comenzó a decir, como hacía cuando hablaba seriamente –He estado pensando que aún no te he invitado a salir –y sonrió entonces, con más ganas aún.
-          Creí que eso hacíamos –respondí, frunciendo el ceño, reprimiendo las ganas de pellizcar sus mejillas.
-          No. Me refiero a… formalmente.
-          ¿Debo interpretar esto como una invitación a una cita, Mr. Jackson? –dije entonces, luchando por reprimir una carcajada.
-          Eso depende, señorita Gonnet– murmuró, mordiendo suavemente su labio inferior de nuevo.
-          ¿Depende? –pregunté, mientras sentía cómo un leve rubor se apoderaba de mis mejillas -¿De qué?
-          De su respuesta, claro está.

Aquello resultó ser demasiado. Quise entonces lanzarme directo a sus brazos y permanecer ahí la vida entera. Quise fundirme con él en un abrazo eterno, y aspirar su delicado aroma por siempre. Pero no pude. La simple visión de Michael, parado frente a mí, con aquella expresión nerviosa en sus perfectas pupilas negras, su flamante sonrisa eclipsando al sol, y su divertida pose, con las manos en los bolsillos, bastó para dejarme fuera del juego.

Al dar dos pasos y tomar su mano, una enloquecedora certeza me golpeó rudamente. Supe entonces que mi lugar en el mundo no existía. El mundo podía caerse a pedazos, podían secarse los ríos, y podían extinguirse todos los amaneceres, pero si Michael sostenía mi mano como entonces, habría una sonrisa en mi rostro. Porque en el interminable laberinto de su delicada mano se encontraba mi lugar. Como si de un molde se tratase, mi diminuta mano se adecuó perfectamente a la suya.

-          ¿Debo interpretar esto como un “Sí”, señorita Gonnet? –preguntó, recorriendo suavemente mi rostro con sus manos.
-          ¿Aún lo preguntas? –pregunté, separándome de él –Sí. Siempre, sí.  

Y mientras Michael depositaba un tierno beso en mi frente, supe que nunca en la vida había sido más feliz. Al sumergirme en los profundos lagos marrones que eran sus ojos, encontré el brillo del sol insuficiente con el que sus perfectas pupilas desprendían. Cuando Michael me abrazó, tan fuerte que apenas respiraba, supe que no había fuerza humana que consiguiera separarme de él. Porque encontraría la muerte en el preciso instante que Michael soltara mi mano, me diera la espalda y echara a andar sin decir adiós.

Y mientras caminaba a su lado, aún anclada a él, descubrí que aquella sonrisa continuaba esculpida en mi rostro. Como tallada en piedra, era imborrable. Y era obra de Michael. De Michael y de nadie más. Creo que sonreí con más fuerza entonces, cuando, al levantar la vista, descubrí que él sonreía también. El saberme la causante de su felicidad me pareció imposible, ridículo. El poder compartir el mismo espacio que él se me antojó inconcebible. Y sus labios me parecieron entonces un fruto prohibido.

Caminamos sin rumbo durante horas, conformándonos con la presencia del otro. El delicioso silencio que flotaba sobre nuestras cabezas gritaba miles de “Te quiero”, cientos de “Te necesito”, y docenas de “No me dejes”. Con mi mano perdida en el interminable laberinto en que la mano de Michael se había convertido me sentía segura.

Cuando por fin nos detuvimos, y nos sentamos bajo la refrescante sombra de un roble de proporciones titánicas, no pude evitar transportarme de nuevo a aquella isla en medio de la nada, a aquel “pedazo de infierno” en el que había encontrado la otra mitad de mi corazón. Bajo aquel árbol, volvía a escuchar las tintineantes carcajadas de Michael, y le veía correr divertido, como un niño que se va de vacaciones.

Su inagotable inocencia, y la inconmensurable ternura que desprendía con cada mirada, con cada sonrisa, y con cada palabra que brotaba de sus delicados labios, resultaban, ciertamente…imposibles. Porque, al mirarle con atención mientras dormitaba infantilmente, descubrí que cada acto de aquel príncipe era simplemente perfecto. Cada mirada tenía la mezcla exacta de intensidad y ternura. Cada palabra llevaba el matiz adecuado. Cada paso cargaba elegancia y soltura. Y cada beso era un cóctel de las más adictivas drogas.

Y fue increíble darme cuenta de lo atrapada que estaba, pues sabía que no podría dar dos pasos al frente, ni retroceder otros dos sin él. Aquel pedacito de perfección había iluminado la oscuridad con el brillo de sus ojos, y había construido una perfecta jaula de cristal para mí. Michael me tenía entre sus manos, y podía hacer conmigo lo que quisiera. No iba a negarme. Aunque quisiera, no podría negarme.   

Michael me miraba, yo suspiraba. Michael caminaba, yo corría a él. Michael hablaba, mi corazón se derretía. Michael, Michael…  Podía destruirme en el momento que quisiera, y no podría evitarlo. Había dejado de tener voluntad. Ahora, caminaba por el mundo a merced de Michael. Él, y sólo él. Él en todos lados… Al final, él era la única persona que podía hacerme olvidar lo que estaba pensando con una mirada.

Y cuando, después de haber caminado un largo trecho, Michael me dejó de nuevo frente a la puerta de mi habitación, fue casi imposible creer que aquel par de brillantes y expresivos ojos marrones me estuvieran mirando a mí.

Michael tomó mi rostro delicadamente entre sus manos, y plantó un dulce beso en mi mejilla, ocasionando miles de descargas eléctricas al mismo tiempo.

Me ví perdida en mi habitación cuando él cerró la puerta tras de sí. Al buscar en el fondo de mi maleta, encontré un sencillo vestido negro, y me resigné a que sería suficiente. Después de haber tomado un baño, arreglado mi cabello, y coloreado sencillamente mi rostro, me dediqué a deambular como una tonta por el cuarto, esperando. Miraba al reloj cada 30 segundos, desesperada, impaciente. Y justo cuando creí que me volvería loca, el esperado e impuntual príncipe llamó a la puerta.

Un par de delicadas manos cubrieron mis ojos en cuanto hube abierto la puerta. La puerta se cerró tras de mí, y me ví arrastrada al frente por aquel príncipe de hermosos ojos marrones.

-          Michael, no podré ver nada si no descubres mis ojos –comencé a protestar, conteniendo apenas una carcajada.
-          Esa es la idea –respondió –Por cierto, luce usted preciosa esta noche.

Y, continuando con la brillante idea de Michael, tomamos el ascensor entre mis quejas y sus risillas ahogadas. No pude evitar pensar que, así como estaba entonces, sin poder ver en absoluto, me encontraba en realidad. Porque veía todo a través de los ojos de Michael. Cada día era más luminoso porque él así lo hacía. Cada pena era más grande si él la sufría, y cada risa era más alegre cuando él la compartía.

Mientras tejía mis ensoñaciones, llegó el momento en que Michael retiró sus manos, dejándome ver. Mis ojos lentamente se adecuaron al cambio de luces, permitiéndome vislumbrar una borrosa habitación repleta de mesas vacías y sillas sin ocupar. Cuando por fin pude ver con claridad, el restaurant del hotel apareció ante mis ojos, decorado por cientos de rosas rojas y docenas de diminutas velas de luz acogedora.

-          ¿Te gusta? –preguntó el príncipe, nervioso.
-          ¿Bromeas? Me encanta. Me hubiera conformado con ver una película –y el humillante rubor hacía su aparición, coloreando mis mejillas.

Michael esbozó entonces una sonrisa que bien pudo haberme dejado ciega. Aquel infantil gesto terminó por derretir mi corazón, y fui incapaz de evitar rodearlo con mis brazos, apretando hasta casi hacerle daño.

¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Cómo podía demostrarle lo que sentía? Él sabía exactamente qué botones oprimir para hacerme suspirar, para hacerme sonreír. Yo apenas podía pronunciar palabra en su presencia. Él llegaba un día, cerraba un restaurant y preparaba una cita idéntica a las de las películas. Él era todo un príncipe. Yo apenas podía caminar hacia él sin parecer una completa idiota. ¿Qué otra cosa podía hacer, sino aferrarme a lo único valioso en mi vida? ¿Qué podía hacer, si había encontrado a la otra mitad de mi corazón?

Lejos de liberarse de mi torpe abrazo, Michael rodeó mi cintura con sus brazos, y posó sus labios en mi frente, murmurando un “Te quiero” que sonó a un canto celestial. Un “Te quiero”, que sonó más increíble que nunca. ¿Cómo creerlo? ¿Cómo creerlo, si era imposible que el sol se enamorara de una insignificante luciérnaga?

El silencio jamás me había parecido tan hermoso. Sin decir una sola palabra, Michael sabía exactamente cómo iluminar la oscuridad. Sin palabras, sabía cómo provocar que mi corazón comenzara sus acelerados trotes, sus irregulares palpitares. Y cada vez que sonreía, todo aquello se hacía aún más notable. Porque aquella sonrisa me mostraba lo que yo no quería –o podía– creer… quizá Michael en realidad me amaba. Veía algo en su forma de mirarme, una sonrisa que brillaba en sus ojos que me hacía creer que quizá era cierto. Y tal vez estaba en lo correcto al no querer aceptar tan increíble verdad, pues Michael se había convertido en la sangre corriendo por mis venas, y cada vez le miraba con más devoción… y así era como debía ser.

Perdida en sus ojos, ruborizada de pies a cabeza, sonriendo como una estúpida y titubeando cada dos segundos al hablar, tomé asiento y me dediqué a intentar conversar con Michael, a quien cada 30 segundos embargaba un nuevo ataque de risa ocasionado por mi torpeza.     

Y me encontré entonces deseando que la noche no acabara, deseé no tener que dormir nunca más, para no dejar de mirar a mi pedacito de perfección ni un instante.

Quizá aquella adicción comenzaba a tornarse en demencia, pero… ¿Qué es el amor sin un toque de locura? ¿Y qué era la locura sin un toque de amor? Un interminable círculo vicioso. Caminaba por cientos de delgadas cuerdas flojas...  obsesión-fanatismo, amor-demencia, miedo-seguridad.

Sabía perfectamente que en algún momento esas cuerdas se romperían, y terminaría cayendo aún más profundo en aquel precipicio que parecía no tener final. Y tuve miedo entonces, pues sabía que, si ahora me encontraba atrapada, cuando cayera, no habría escapatoria alguna.

Caí en la cuenta, por milésima vez en aquel día, y con más seguridad que nunca, de que aquel trozo de perfección, aquel príncipe de cuento, aquel ángel de poderosos ojos marrones sería el dueño de mi corazón siempre. Mi mente lo recordaría cada día, con la misma intensidad, y cada vez con más necesidad.

Mis actos comenzaban y terminaban en Michael, mis palabras iban dirigidas a él, mis miradas siempre buscaban las suyas, y mis manos siempre viajaban hacia las de él…

Y la respiración se me cortó de inmediato al pensar que todos los cuentos de hadas tienen un final... y que yo nunca había conocido los finales felices.

















“Felicidad”  

Mucha gente pasa su vida buscándola, emprenden largos viajes para encontrarla, sin lograrlo, pero nunca se les ocurre que el error está precisamente en buscarla.

La felicidad siempre llega sola. Y me había encontrado. En las situaciones más adversas, en los momentos más difíciles y oscuros, la felicidad había llegado, disfrazada tras las infinitas pestañas de la pequeña jovencita que se encontraba sentada frente a mí, ruborizada de un modo enloquecedoramente encantador.

“Felicidad”

Mucha gente decía que no duraba para siempre. Y yo lo sabía. Sabía que los lindos ojos marrones que alegres me miraban algún día derramarían lágrimas… y temía ser el causante de aquellas lágrimas. Pero, dentro de mí, me sabía incapaz de hacer a mi muñequita de porcelana llorar. Dentro de mí, sabía que esa muñequita terminaría por destruir mi ya roto corazón. Aniquilado.

“Felicidad”

No dura para siempre. Intempestivamente llega, intempestivamente se va. Y supe entonces que aquello sólo era una preparación para un dolor aún más grande que esa felicidad. Era una carrera contra reloj.

Tiempo. Destino. Supe que “su” destino no era yo. Probablemente ella fuera “mi” destino, pero yo no el de ella. Tiempo. Destino. Y aunque huyas del destino… éste siempre te alcanza.












Chicas:

¡Regresé!  Perdonen mi no tan larga ausencia de una semana. Afortunadamente, todos los problemas han sido resueltos. Y heme aquí, publicando un capítulo más.

Capítulo largo, ¿no es así? Es su recompensa por dos semanas de espera. Espero lo hayan disfrutado.

Comenten, el monstruo está más hambriento que nunca... 

7 comentarios:

  1. Oh pordios ! Julia el capitulo estuvo bellizimo. No tengo palabras para explicar todas las emociones que senti mientras lo leia. Simplemente hermoso.

    Me causo verdadera ternura, enserio.

    Pero el final ya no me gusto ._.
    Todo tiene su drama, pero yo solo espero no sufrir cuando esta novela tenga uno.
    La amo, la lei desde el principio como 4 veces hasta donde va ahora.

    Gracias por publicar el capitulo, ya se te extrañaba mucho.
    Espero y publiques el siguiente pronto.

    Tambien te venia a invitar a que pases a leer mi novela si? Me gustaria contar con tu comentario.

    Ahora si me despido.
    Muchos besos
    Dios te bendiga y te proteja siempre.

    Bye

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  2. Juliaaaaaaaaa !
    me encanto !, aunque el final me preocupa xd
    sigue pronto !

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  3. Benditoo sea el Señor que regresaastee con la noveeelaaaa Juliaaaaaa!!!! :DDDDDDDDDD
    YEEEEEEEEEEY!! Oh sí Oh sí! por fín el capítulo salió del horno,,! (tú sabes a lo que me refiero :P) y déjame decirte qe lo publicaste EN SU PUNTO!!! Como siempre, PERFECTISIMOO CAPÍTULOOOOO!!!!! ♥ WOOW WOOOWW!!
    Buenísima la ideaa de la primera cita normal... *-*
    qe lindoooo!!! :3 ahora qe últimamente no han pasado más que puros problemas en la historia D: nonononononono! Un momento Michael&Julia sii sii n.n♥
    No sé si ya te aburrí hasta ek cansancio -.- pero te lo repetiré de nuevo :D
    escribes... H E R M O S O ! aún no logro comprender cómo lo haceees?? D: Me siento como cuando trataba de aprenderme Monkey Bussines -.-' jajaja :P pero bueno, sea lo qe seaa.. sé qe todas esas palabras.. em, sabrá Dios de donde vengan D: pero son tuyas y tu las acomodaste a tu manera.. y las haces ver geniales :D wooow ♥
    Realmente me I M P R E S I O N A S !
    Me alegra tener una amiga tan genial :3
    CUIDATE MUCHÍSIMO JULIAAA !! :DD
    Espero el proximo eh? eh? eh? jeje :B
    Sin más que decir (por ahora) me retiro n.n

    *Don't look at the machine!* jajajaa :D
    [chiste local ¬¬]
    Besooos ! ♥

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  4. NOTAA D:
    Cuando dije "cita normal" me refería a CITA FORMAL
    Error de dedos :D

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  5. Preciosooooooooooooooooooo :)
    Me encantó! Sigue pronto.
    Paola♥

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  6. Hola mi niña bonita que gusto que estés de regreso , te extrañe muchisimooooo, y que agradable me resulto leer este capitulo , tan bien narrado que se me hizo cortisimooo...momentos mágicos , momentos felices, me imagino que si junto a Michael cada minuto seria felicidad total , es que el y su personalidad tan singular atrae de sobremanera , y eso es lo que mas me gusta de tu relato , la manera cristalina con la que lo describes , tal y como el era , así de travieso , romántico , sencillo , tierno ...todas sus cualidades a la perfección...julia es super afortunada, ahora solo le queda aferrarse a ese amor verdadero y puro , se que ambos lograran vencer cualquier obstáculo...

    Las palabras finales con respecto a la “felicidad” me llegaron como anillo al dedo, eres grandiosa, mujer!!! Que talento wow, idolatro tu manera de llegar al corazón, a mi me tienes atrapada, que exactitud de ideas wuaw magnifica, estupenda... julia amiga hermosa me ENCANTA tu novela aquí estre para leer el próximo capitulo y todos los que vengan ...

    Te aprecio sinceramente
    Fuertisimos abrazos
    Q te vaya genial ok
    Bye

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  7. Tu novela es...simplemente maravillosa! es tan bonita^^ soy nueva lectora ya te sigo! me seguiras a mi? :3
    http://thatblondegiirl.blogspot.com/

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Ya leíste la historia, ya eres parte de este mundo.

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