martes, 24 de mayo de 2011

Capítulo 30

XXX

Mientras las palabras de mi padre, y mis propias palabras rondaban mi mente, creando infinitos y dolorosos espirales, miraba con atención a Michael, quien se ocupaba dejando escapar toda su infantil y tierna curiosidad, al tiempo que recorría mi pequeña habitación.

-          El sueño de toda niña –murmuró sonriente, parado frente a los estantes repletos de fotografías, juguetes, muñecas y ositos de felpa.   

<<Pero, ¿a qué precio?>> me abstuve de decir.

Si bien Michael no había entendido una sola palabra de las confesiones, el  dolor y los gritos proferidos apenas unos minutos antes, se formaba una clara idea del significado de aquellos gritos y lágrimas.

Y quizá, contrario a lo que quería creer, Michael no era tan ajeno a mis problemas. Finalmente, mi padre era la representación exacta de Joseph. Finalmente, Michael había sufrido lo mismo…

Porque, al mirarlo atentamente, pude derribar los muros que lo rodeaban, pude destruir la dura coraza que se había empeñado en construir a su alrededor. Al lanzarme directo al profundo mar de sus pupilas, vislumbré fugazmente el dolor, el miedo escondidos muy dentro de él. Supe que aquellas sonrisas que bien podían iluminar Los Ángeles en su totalidad, quizá eran gestos de dolor disfrazados. Michael se había empeñado en guardar bajo llave las miles de lágrimas que sus ojos morían por soltar, los cientos de  inacabables sollozos que podrían conmover el corazón del más duro hombre.

Y quizá eso no era tan malo como parecía. El enclaustramiento voluntario de sus sentimientos aseguraba que mi propio corazón no se partiera en mil pedazos, y, al mismo tiempo, mantenía esas flamantes sonrisas grabadas en su rostro. Podía sonar egoísta, y quizá lo era, pero esas sonrisas se habían convertido en mi nuevo oxígeno, y ver sus lágrimas rodas por sus mejillas sería un veneno incluso más letal que el cianuro. Verle sufrir sería la más insoportable de las torturas.

Esa chispa de tristeza y dolor en su mirada, casi de inmediato, se vio desplazada por una inagotable inocencia y una ternura envolvente, las cuales tomaron el lugar principal en sus hermosos ojos, regresándome a Tierra, permitiéndome respirar de nuevo.  

Michael sonrió, derritiendo mi corazón nuevamente, y jugó a poner a prueba mi fuerza de voluntad al quedar suspendido a medio metro de mí. Su profunda mirada clavada en mí, y la mágica sonrisa que mostró entonces lograron, una vez más, que mi rostro se coloreara de escarlata. En aquel momento tuve que reprimir las ridículas ganas de pellizcarme para despertar de aquel sueño. ¡Porque no podía ser cierto! Esa capacidad de descolocarme de aquella manera definitivamente no era humana… Y aquel poder de hacerme creer en cada una de sus palabras era casi mágico… mágicamente peligroso.

Michael rompió el hechizo demasiado pronto, alejándose de mí, aún con aquella deslumbrante sonrisa grabada en los labios. Con entusiasmo, volvió a su anterior tarea, y comenzó a recorrer mi habitación por cuarta vez, como si deseara memorizar la ubicación de cada mota de polvo en el lugar.

Después de una hora y media de empacar mis nada abundantes posesiones, y haber guardado mis documentos y mis insignificantes ahorros en un bolso de mano, supe que había llegado el momento. <<Adiós>> pensé, al echarle un último y melancólico vistazo a aquellas cuatro paredes que habían servido de prisión, a aquella almohada que tantas lágrimas guardaba y a aquellos ositos de felpa que marcaban el final de mi nunca iniciada infancia.

Cerré los ojos y aspiré profundamente, luchando por llenarme de unas fuerzas que no tenía. La mano de Michael cubriendo la mía me llenó del valor que necesitaba, el mismo valor que se había extinguido pocas horas atrás.

Bajé lentamente las escaleras sólo para encontrarme con una imagen capaz de hacer añicos mi casi nula fuerza de voluntad. Mi padre, sentado en el pequeño sofá de la sala, tenía la mirada perdida en una fotografía que sostenía débilmente entre las manos. Contuve la respiración, y al mirar atentamente, descubrí que sus ojos derramaban lágrimas. Me acerqué sigilosamente a él, y cuando estuve lo suficientemente cerca, descubrí que la fotografía que miraba mostraba un rostro idéntico al mío… mi madre.

-          Vete. Aléjate de mí –murmuró mi padre con una entrecortada pero hostil voz –Ódiame, si quieres. Tienes derecho a hacerlo.
-          Yo…
-          Hazlo. Vete y no vuelvas nunca. Sal de este infierno.

Mi padre continuaba con la mirada clavada en aquella vieja y amarillenta fotografía sin marco, y su voz luchaba por escapar de su garganta.

-          No te pido que me perdones. Sólo… quisiera que intentaras entenderme.

Tuvo que aclararse la voz en ese instante, y prosiguió con unos murmullos casi ininteligibles:

-          Soy egoísta. Yo… me limité a intentar destruir mi propio dolor, sin detenerme a pensar en el dolor que tú podías sentir. Porque, eres igual a ella, en todos los sentidos. Yo… -y calló, cediendo ante un acceso de lágrimas que parecía interminable –Soy cobarde. Me refugié en el alcohol para alejarme de ti. Recurrí a los golpes para destruir su recuerdo…

Aquello fue demasiado. Pronto, cientos de saladas lágrimas rodaban ya por mi rostro, uniéndose al mar de lágrimas que derramaba mi padre. Y cuando mi padre se puso en pie y me rodeó con los brazos, sentí que la sensación de irrealidad se hacía más fuerte. Aquel fugaz abrazo cambió mi perspectiva, me hizo saber que el monstruo debajo de mi cama era más débil de lo que parecía. Fue como si hubiera encendido una luz en la oscuridad, aquel monstruo quedó reducido a la sombra de un abrigo colgando de un perchero.

-          Debes irte –dijo, enfatizando la palabra “debes” –¿Sabes? Él te ama. Él puede hacerte feliz. Ve con él –dijo, mirando a Michael con resignación y esperanza.

Parecía poner en sus manos mi felicidad, sin saber que siempre había sido así. Por primera vez en mi vida, confié en mi padre.

-          Toma esto –dijo con voz entrecortada, poniendo frente a mí una pequeña caja –Esto… te ayudará. Si necesitaras más, podrías enviarme una carta.

Depositó aquella cajita y la vieja fotografía de mi madre en mis manos, y plantó un beso en mi mejilla. Aquello bastó para dejarme paralizada, clavada al suelo, siendo apenas capaz de respirar. Con dificultad, abracé a mi padre brevemente, y me dí la vuelta, tomando la mano extendida de Michael.

Con los ojos bañados de lágrimas, y apretando contra mi pecho la raída fotografía, caminé hacia la salida, y recibí la llegada del crepúsculo al tiempo que mi padre murmuraba un quebrado “Te quiero”. El primer “Te quiero” dirigido a mí. Odié ser incapaz de responderle de la misma manera.

Me aferré a la mano de Michael con loca desesperación, necesitando de una forma casi ridícula su reconfortante contacto. Aquel contacto me mantenía anclada a la realidad.

-          ¿Estás bien? –preguntó Michael, mirándome con una preocupación casi paternal, mientras se ocupaba borrando los lagrimones de mi rostro. Asentí, incapaz de hacer cualquier otra cosa.

En aquel momento, me detuve a analizar mi situación. Era libre ahora. Ahora, estaba sola. Sola para enfrentarme al futuro, un futuro que podía ser tan impredecible como yo misma.

No. No estaba sola. Caminaba junto a mí el motivo por el que había luchado, el único motivo por el que quería ser libre. Y cuando Michael me miró, con sus fantásticas pupilas brillando al tenue resplandor de la luna, supe que habría hecho cualquier cosa, con tal de no dejar de mirar aquellos maravillosos ojos. Habría huido, habría matado, con tal de poder nadar nuevamente en el cálido mar de su mirada. Porque ahí, en aquel par de poderosos ojos marrones, se encontraba mi fuente de oxígeno, mi nuevo sol… ahí, escondido tras el brillo de sus pupilas, había encontrado la otra mitad de mi corazón.  

Perdida en el laberinto de los ojos de Michael, apenas percibí el momento en que abordaba un taxi. Apenas fui capaz de dar el nombre del primer hotel que me vino a la mente, y pagar al chofer cuando nos dejó frente a un lujoso hotel del centro de la ciudad.

Completamente ajena a mi realidad, y de un modo mecánico, reservé un par de habitaciones a nombre de Michael.

Caminé a trompicones por el infinito pasillo alfombrado del sexto piso, hasta llegar a la habitación 614, seguida por Michael, quien apenas hablaba, y se limitaba a mirarme de reojo con sus arrebatadores ojos marrones.

Al abrirse la puerta, se extendió frente a mí una lujosa habitación, cuyas paredes, pintadas de un tenue color crema, exhibían hermosos cuadros. Arrojé mi bolso sobre la cama, y, a continuación, me ví obligada a cubrirme el rostro con las manos para evitar soltarme a llorar de nuevo.

-          No llores, por favor –escuché el sutil susurro de una aterciopelada voz  a mis espaldas, y dos segundos después, Michael me estrechaba con dulzura entre sus brazos.

Sin previo aviso, esa diminuta chispa de furia en mi interior, se transformó en un incendio de proporciones titánicas capaz de destruirlo todo a su alrededor.

-          ¿Y qué otra cosa puedo hacer? –dije, luchando contra aquel fuego que parecía extenderse cada vez más rápido.
-          Podrías agradecer que has salido de ahí… Era lo que querías, ¿no? –replicó, luchando a su vez por no perder la paciencia –Ahora, iremos a Los Ángeles, y…
-          Y… ¿qué? –interrumpí, controlando al fin el volumen de mi voz –Nada es diferente. Nada. Si mi padre era un obstáculo grande, en Los Ángeles habita uno incluso más grande.
-          Joseph es tu obstáculo. Eres tú la que tiene miedo de él, aunque intentes negarlo. Tienes miedo de terminar creyendo en sus palabras…
-          Tengo miedo de que tú termines creyendo en él –corté, temblando ante el sepulcral silencio que sobrevino a continuación.

Entonces, Michael lanzó un suspiro frustrado, y se llevó las manos a la cabeza, como un profesor cansado de explicar nuevamente el mismo problema.

-          Diré esto sólo una vez, así que escucha con atención: Joseph no influye en lo que yo pueda o no pueda creer. Perdió esa capacidad hace años. ¿Algún día dejarás de temerle a lo que los demás digan? ¿Algún día me creerás cuando te repita que las únicas palabras que creo son las que salen de tu boca?
-          Michael…
-          Eres como un pajarillo, temeroso incluso de su propia sombra –me interrumpió, ignorándome por completo –Un pajarillo que lo único que espera es un poco de espacio para poder huir. ¡Huir de mí! –añadió, desesperado.

Michael me dio la espalda, y miró por la ventana, respirando agitadamente. Por varios minutos, le miré, buscando unas palabras que se negaban a venir.

-          Te  equivocas si crees que te soltaré. Porque sé que si abro tu jaula, inevitablemente huirás. Y entonces, te perderé para siempre.



Las palabras resultarían insuficientes para encerrar lo que quise decirle entonces...

Quise decirle que lo amaba, pero eso él ya lo sabía. Quise decirle que lo necesitaba, pero mi orgullo me lo impidió. Quise pedirle que se quedara conmigo, que yo no huiría… pero, dentro de mí, sabía que no era cierto.

Porque, por más que lo intentara, por más que me repitiera que Michael me amaba, no terminaba de creerlo. Porque, aunque intentara negarlo, las palabras de Joseph resultaban más ciertas de lo que sonaban. Porque mi orgullo era más grande que mi interminable lista de miedos.

Y entonces, mientras los cálidos brazos de Michael me rodeaban, y sus deslumbrantes ojos marrones me llevaban directo al Paraíso, fui incapaz de olvidar la idea de que el futuro que se extendía frente a mis ojos sería duro… pero sería insoportablemente duro si Michael decidía soltar mi mano y dejar al pequeño pajarillo volar…

Porque si me soltaba, inevitablemente huiría…















Chicas:

"30 capítulos" suena poco, pero detrás de esos 30 capítulos, se esconden miles de palabras que bajo otras circunstancias sería difícil decir, cientos de sueños imposibles y decenas de ilusiones que sólo ahora rompen el candado y escapan.

Son 30 capítulos, que quizá no sean nada comparado con lo que otras novelas llevan, pero cada capitulo publicado se lleva consigo un nudo en la garganta y mariposas en el estómago. 

Son 30 capítulos dedicados a ustedes, lectoras, por mantener viva esta novela, por siempre dejarme sus valiosas opiniones al final, por saciar mi hambre de comentarios...

30 capítulos, y lo único que me resta decirles es... GRACIAS.

Así que alimenten al monstruo y dejen sus comentarios... :)

7 comentarios:

  1. OMG! casi muero cuando Mike la abraza y dice "no llores, por favor"
    de verdad, eres increible,
    ya 30 capitulos de puro amor y dedicacion!
    esta novela en verdad es muy hermosa
    muchas felicidades :D

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  2. te equivocas si crees qe 30 capitulos es poco...
    tu novela es muy hermosa(:
    sigues escribiendo porfavor
    espero el sig capitulo n.n

    saludos
    Sabrina

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  3. "Alimenten al mounstro y dejen sus comentarios... :)" BUENíSIMO!

    Julia Julia Julia... qué puedo decirte?
    B R A V O ! ♥
    Este capítulo, sencillamente me ENCANTÓ!!
    Me he venido dado cuenta de que cada capítulo que avanzas como que descubres una nueva manera de mejorar tu escritura y así és! Lo logras con cada capítulo!! :D eres B R I L L A N T E :)

    Almenos alguien al transcurso de este capítulo se sencibiliza al fin! ahora sólo falta un mounstro más ;D pero D: como ODIO ese mounstro.. recuerdas cuando hablabamos de las personas más odiables del planeta? :@ PFF ni para qué decir más sobre Joseph ¬¬
    Si fuera por mí, ese hombre ya no sería problema :D jajaaa mentiraa :B

    Hace días me metí al twitter de Jermaine Jackson y había dejado un Twit qe decia ! I hope is not the end of the world" -21 de Mayo

    JAJAJAJA la familia Jackson pensaba también qe se iba a terminar el mundo!! aw que lindos :P ya los veoo todos asustados como yo jajaja :B

    Bueno bueno, te dejo Julia! :D y FELICIDADES por tus ya 30 capítulos, todos aún más bellos qe el anterior (: y te lo digo enserio enserio!! :D beLIEve me! ñ____ñ

    Ok milees de besos! n_n♥
    Te quiero :D

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  4. Juliaaaaaaaaaaaaa ! me encanto ! ame este capitulo. Felicitaciones por tu capitulo 30, ojala sean muchos más !♥

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  5. Me ha encantado :)
    Felicidades espero que sean muchos capis más!
    Un beso!
    Paola♥

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  6. Hola julia, amiga hermosa.

    Al fin puedo comentarte, se me hizo tan difícil estos días, creo, me parece que hubo un problema con blogger, no lo se , bien lo que sea, lo que cuenta es que ya puedo hacerlo y eso me llena de enorme felicidad , también porque ya leí los capítulos que me faltaban... que maravillosos sucesos tan bien narrados , me he sentido tan enfrascada en el relato...

    “Michael se había empeñado en guardar bajo llave las miles de lágrimas que sus ojos morían por soltar”
    Como siempre existen palabras de tu relato que me acongojan el corazón y eso lo agradezco, me agrada q sea así , q me hagas emocionar tanto hasta al grado de querer llorar a veces de alegría a veces de tristeza , me conmueve el inmenso amor de estos dos jóvenes , que ni Jhosep y toda su maldad, ni el padre de julia conseguirán destruir. Se aman, se aman y eso es grandioso es el sentimiento mas hermoso y puro, no tienen nada q temer si están tan juntos, ya deseo seguir leyendo mas y mas Que bueno q mi salud al fin me lo permite!!!

    30 capítulos felicitaciones!! Es cierto, cada capitulo encierra tanto, como escritoras nos encapsulamos dentro de la historia tanto que a veces nos fundimos en la propia magia q estamos creando, lo se mi niña, por eso t entiendo mas que bien y te felicito, escribes de una manera magistral, maravillosa. Me encanta los vocablos q empleas, suenan como el de toda una profesional, pues eso es lo q has demostrado a lo largo de estos 30 capítulos Que vengan mas julia, muchos mas, que aquí estaré hoy y siempre ok

    Te aprecio sinceramente
    Q te vaya muy bien
    Bye

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  7. Hola Julia, Felicitaciones por tus ya 30 episodios!!! Deseo de todo corazón que sean apenas el principio de los muchísimos que están por venir. A medida que avanza la trama de esta maravillosa historia, tu talento se va puliendo aún más y eso es algo muy agradable y que anima a seguir leyéndola.
    Sabes, me encantaría que hayan más momentos románticos entre Michael y la protagonista, de verdad sería muy lindo notarlos cada vez más enamorados.

    Anita

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Ya leíste la historia, ya eres parte de este mundo.

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