miércoles, 27 de abril de 2011

Capítulo 26

XXVI

A partir de entonces, todo ocurrió en cámara lenta. El tiempo se regocijaba deteniendo el curso del reloj ante mis ojos, alargando infinitamente aquella tormentosa escena. Permanecí inmóvil, anclada a la mano de Michael. El contacto con su piel me recordaba que –desgraciadamente– aquello no era una pesadilla, los amenazadores ojos que tenía frente a mí eran reales.

Joseph se adelantó dos pasos, golpeándonos con el fuego que emanaba de sus ojos, esparciendo invisiblemente su furia en el aire, hasta tornarlo turbio, caliente. Michael, desplegando todo su instinto protector, rodeó mi cintura con un brazo, al tiempo que su rostro se crispaba nuevamente. La mandíbula apretada, los ojos semi-cerrados, la respiración forzada; en ese momento, Michael se escudó tras un serio semblante y una expresión de piedra. Se limitaba a mirar a Joseph, sin molestarse en dirigirle una expresión concreta. Era como mirar la más bella escultura tallada en mármol. Sus deliciosas facciones tensas, inmóviles, sus ojos fijos e inexpresivos y su boca cerrada con firmeza eran propias de una estatua.  

La ira se abría paso con rapidez en el rostro de Joseph, quien nos miraba con los puños apretados, suspendido a tan sólo un metro de nosotros. Su ceño permanentemente fruncido, su rostro tenso, su respiración agitada y aquella posición amenazadora consiguieron estremecerme. Por un instante, no era Joseph quien me miraba con gesto iracundo… era mi padre.

-          Ya conseguiste lo que querías, ¿no es así? –escupió Joseph, dirigiéndome todo el veneno de sus mordaces palabras –Ya lo tienes en tus manos. ¿Qué sigue, niña?
-          Basta, Joseph –sentenció Michael. Su voz sonó entonces tan fría como un témpano de hielo. Duro, seco, tajante.
-          No. Me vas a escuchar. Los dos me van a escuchar.

Joseph nos señalaba furiosamente con su dedo índice, intentando destruirnos con aquel gesto. La ira era cada vez más visible en su rostro. El aire cargaba con su furia de un modo casi palpable, tornándose aún más denso e insoportablemente caliente.

Joseph no dejaba de mirarnos, con fuego ardiendo intensamente en sus ojos. Me estremecí ante el vívido recuerdo de mi padre. Ahí estaba de nuevo, hecha un ovillo interiormente, temblando temerosa ante el gigante que con sólo un soplo podía derribarme.

Poco a poco, se encendió una chispa en mi interior. Furia. El miedo se vio desplazado repentinamente por una creciente furia. Respiré profundamente un par de veces, intentando no perder la minúscula pizca de respeto que me veía obligada a sentir por Joseph. Me mordí el labio y apreté un puño, conteniendo las implacables ganas de estrellarlo contra su rostro. Al parecer, Michael notó la tensión en mí, ya que deshizo mi apretado puño, entrelazó sus dedos con los míos y colocó una reconfortante mano sobre mi hombro. 

-          ¿Acaso eres tan ingenuo? ¿Acaso crees que esta niña en verdad te quiere? ¡Eres un idiota! –Michael se mantenía impasible, estático ante el veneno y las mentiras que aquellas palabras llevaban consigo –Lo único que quiere de ti es dinero. ¡Dinero y nada más! Si crees que ella te traerá algo más que problemas, te equivocas.
-          No. Tú te equivocas, Joseph –dijo Michael con aquella voz fría y seca que tan nueva era para mí –Ella me ha traído felicidad. En un mes, me ha hecho feliz. Tú no lo has logrado en 17 años, y… dudo que lo logres algún día.
-          ¿Feliz?... ¡Maldita sea! –soltó Joseph con repulsión -¿De qué te servirá ser feliz ahora cuando todo lo que has logrado se vaya por el retrete? ¿Crees que cuando eso pase ella seguirá aquí? ¿Crees que cuando fracases te apoyará de la misma forma que ahora, cuando triunfas?

Apreté con fuerza la mano de Michael, intentando probarle la verdad que se escondía tras ese simple gesto. Aquellas palabras me herían al hacer flaquear la confianza de Michael, al plantar la duda en su mente.

Mi corazón empezó a latir con fuerza, mi frágil ilusión se había roto. Había despertado de un profundo sueño, sólo para darme cuenta de que los obstáculos a enfrentar en realidad eran más grandes y abundantes de lo que pensé. Abrí los ojos, y descubrí que quizá esos obstáculos eran imposibles de superar…

-          Conozco muy bien a las personas como tú –Joseph me miró y se acercó a mí, atemorizándome aún más –Se esconden tras una máscara de inocencia y timidez, pero detrás de esa falsa fragilidad se esconde un hambre voraz de poder, de fama, de dinero.
-          Cree que el dinero es lo único que me importa, ¿no es así? –comencé a decir, deshaciéndome de aquella mordaza que me impedía hablar. Al llegar a ese punto, creí imposible poder contenerme. Comenzaría a gritar de un momento a otro –Considera imposible que Michael en realidad me importe. ¿A usted en verdad le importa? Piensa que lo único que tengo en mente es el dinero. ¡Hay que ver quién lo dice!... Usted no cree que en verdad ame a Michael. ¿Tiene idea de lo que es el amor?
-          ¡No me vengas con tus estúpidos cuentos de hadas! No quieras engañarme, que no eres la Bella Durmiente, ni él es el Príncipe Azul.  

Joseph calló y miró a Michael, con los ojos en llamas, y él permaneció estático ante la iracunda mirada de su padre. Un denso silencio cayó sobre nosotros. Sólo el sonido del agua cayendo y algunas voces ausentes dentro de la casa rompían aquella estática ilusión. Por un momento, deseé que aquel silencio no se rompiera jamás, pero, al parecer, Joseph quería todo lo contrario…

-          Eres frágil, Michael. Eres débil y sensible, blando. Ella no. Detrás de esa timidez y esa perfecta ilusión de fragilidad se esconde una fortaleza de la que nadie la cree capaz, quizá ni ella misma –miré sorprendida a Joseph, quien mantenía la vista fija en el tenso e impasible rostro de Michael –Te lastimará. Es capaz de darse la vuelta e irse, sin más. Ambos lo saben. Aléjate de ella, antes de que termine matándote.

Michael bajó la vista hacia mí. Su rostro se mantenía firme, tenso, pero sus ojos demostraban la catástrofe que se desarrollaba poco a poco en su interior. Sus ojos reflejaban las nuevas grietas en su alma, los nuevos huecos en su corazón.

-          Y tú… –me dijo Joseph casi con asco, señalándome con un dedo al tiempo que se acercaba a mí, dándole la espalda a Michael, separándome de él.

Joseph me tomó del brazo con fuerza, haciéndome daño al clavar sus dedos en mi piel, sin que Michael lo viera. Fui incapaz de emitir sonido alguno, quedé muda ante el fuego que llameaba en los ojos de Joseph.

-          Deberías considerar alejarte de él –susurró Joseph a mi oído –Michael es un tanto… voluble. Quizá seas tú la que terminará herida –de un jalón, me liberé de Joseph y le miré, tratando de contener mi propia ira.

Ignoré el cada vez más grande dolor en el brazo; ignoré el creciente nudo en mi garganta; ignoré los torrentes de lágrimas que amenazaban con llenar mis ojos y el certero sentimiento de que, dicho por Joseph, ese “quizá” sonaba más doloroso y verdadero de lo que era. Hice a un lado todo aquello, pasé junto a Joseph sin mirarlo y, una vez más, tomé firmemente la mano de Michael, quien mantenía la vista fija en su padre, con el ceño fruncido.

Dimos la vuelta, sin responder ni mirar a Joseph. Entramos a la casa aún tomados de la mano, mientras escuchábamos los pasos de Joseph alejarse de nosotros. Michael lanzó un suspiro y yo no pude hacer más que bajar la vista y clavarla en sus mocasines nuevos.

-          Yo… -comencé, pero me detuve en seco, reparando en el hecho de que no sabía qué decir.
-          Le creíste –Aquello ni siquiera era una pregunta. Michael tomó mis manos, apretándolas con fuerza, mientras el creciente nudo en mi garganta me impedía respirar.
-          No –respondí. En mi mente, me aborrecía por dudar de la verdad de mis palabras.
-          Quiero que me prometas que, diga lo que diga Joseph, no creerás ni una palabra suya. ¿Lo harás?
-          Sólo si prometes que nunca dejarás de pensar en mí tal como lo haces ahora –las palabras de Joseph llenaban mi mente, contra mi voluntad. Las dudas que Michael pudiera tener acerca de mí me golpeaban con una fuerza demoledora –Debes prometer que siempre confiarás en mí.
-          Siempre –en ese momento “siempre” se transformó en la más hermosa palabra jamás dicha.

Michael aumentó la fuerza con la que sostenía mi mano, obligándome con ello a mirarle. En sus ojos, una inmensa ternura se abría paso rápidamente, y pronto comenzó a inundarme, desvaneciendo con ella dudas y miedos. Su hipnotizante mirada me transportó, y, por un momento, Michael y yo estábamos en aquella isla que se había encargado de juntarnos. Volvíamos estar frente a frente, escrutando los ojos del otro, haciéndonos miles de promesas.

La fuerza de aquellos pensamientos era tan grande, que me lanzó directo a los brazos de Michael. Hundí la cabeza en su pecho, llenándome los oídos con los latidos de su corazón. Mientras Michael me abrazaba, me sentí bajo los efectos de un poderoso anestésico, me liberé de cualquier sensación de dolor.

Subí las infinitas escaleras con dirección a mí habitación seguida por Michael. Al llegar a la puerta, su firme apretón me detuvo antes de tomar el picaporte. Levanté la vista hacia él. Ahí estaba. Aquel seductor brillo hacía su aparición estelar. Michael tomó con suavidad mi barbilla y se inclinó para besarme en los labios brevemente.

-          Buenas noches, pequeña –murmuró.
-          Buenas noches –apenas fui capaz de decir.

Al entrar a mi habitación, tuve la necesidad de abrir y cerrar con fuerza los ojos varias veces. Me sorprendí intentando despertar de un sueño que, al parecer, era bastante real. No desperté. Una radiante sonrisa dirigida a la nada se abrió paso en mi rostro.

Sin prestar atención, me vestí con aquel pijama que me quedaba, al menos, tres tallas más grande. Pensando en Michael, parecía una completa idiota. No tenía sueño. Me limité a sentarme frente a la ventana, comparando el etéreo brillo de la luna con el de los ojos de Michael. Ahí estaba él, mirase donde mirase, sólo le veía a él.

“Buenas noches, pequeña” la seductora voz aterciopelada de Michael repitió aquellas palabras en mi mente. Buenas noches. Si, después de aquello, lograba dormir,  seguro que lo serían.

Pasada una media hora, un taladrante dolor me obligó a levantar la manga de mi pijama y mirar mi brazo. Unos grandes cardenales comenzaban a aparecer alrededor de él, marcando el lugar donde los dedos de Joseph se habían clavado en mi piel. Un motivo más para odiarle.

Las palabras de Joseph aún rondaban mi mente, pero se vieron desterradas súbitamente por el sonido de unos nudillos golpeando contra la puerta. No tuve que pensarlo, ya sabía quién era. Me cubrí el brazo con rapidez y giré mi vista hacia la puerta.

-          No puedo dormir –Michael, enfundado tiernamente en su pijama, abrió la puerta, y dos segundos después, se encontraba frente a mí. Sonreía de aquella manera que lograba entorpecerme y tartamudear.
-          ¿Lo intentaste, al menos?
-          No. Sabía que tú también estabas despierta.

Michael tomó asiento en mi cama, y palmeó a su lado, invitándome a hacer lo mismo. Como un títere, le seguí embelesada, y me senté junto a él.

-          Apuesto a que eres la primera en dormirse –dijo Michael, con aquella juguetona mirada que sólo él tenía. No respondí a aquello, era más que obvio que Michael ganaría. Sus trampas se encargarían de ello.

Al poco rato, Michael comenzó a cantarme al oído, jugando sus cartas, haciendo trampa una vez más. Era más que irresistible. Me dormí. Arrullada por su angelical canto y por los latidos de su corazón, me dormí, convencida de que el siguiente despertar sería el mejor de mi vida. Michael estaría ahí. Y eso bastaba para hacerlo el mejor de todos.

-          Te quiero –escuché que Michael murmuraba a la distancia.

Aquellas dos palabras fueron lo último que escuché aquella noche. Esa pequeña frase bastó para sumirme en el más profundo de los sueños, donde Michael era siempre el protagonista.

Así, Michael dejó de ser lo primero que veía al cerrar los ojos, y lo último que veía antes de abrirlos. Así, el perlado brillo de su flamante sonrisa fue lo último que ví antes de dormir, y lo primero que ví al despertar.

12 comentarios:

  1. LO ODIO.
    ÉL es el que solo mira el dinero , uf.
    Me ha encantadoooo!
    Continua muy pronto!
    Un beso!
    Paola♥

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  2. me había quedado atrasada :(
    pero ya me puse la dia xD
    Q lindo q ya se djieron la verdad, q se aman!♥, en cuanto a Joseph, al diablo con el, el amor siempre gana :)
    Al principio crei q el capi terminaria trite .___., pero eso es lo q tenian q hacer, no hacerle caso al malvado horroroso :D, eso ultimo awwn q tierno♥
    Michael cantándole para hacerla dormir, es un tramposo hermoso! *-* xD
    muero x q la continúes
    espero q puedas actualizar pronto
    Saludos :)

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  3. Joseph.. TE MALDIGOOO!!!! DDDD:
    Cómo es que hay personas tan repugnantes como él? D:
    nonononononononono, Julia, simplemente me dejaste sin palabras para comentar este capítulo, me encantó! pero Joseph.. me da asco, literalmente. ¬¬

    Como siempre Michael un hermoso :D ♥
    Debe ser el más perfecto de los despertares para una mujer en pleno uso de sus facultades mentales, que al abrir los ojos, no vea más que al ser humano más perfecto de todos :D

    Actualiza prontoo!!! :DD

    Besos♥

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  4. Joseph es un ser despreciable Dx
    Como le encanta meterse en la vida de los demas, a el nadie lo llama :@

    Julia quiero que sepas que tu novela es muy hermosa :3 ya la lei completa n_n me encanta mucho.
    Que bueno que subiste capitulo hoy n_n
    Eres una muy buena escritora, sigue asi.

    Me retiro
    Muchos besos

    Bye

    PD: Me gustaria que pasaras a leer mi novela si n_n te dejare el link: http://travel-to-past.blogspot.com/ ahora si Bye

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  5. Hola amiga
    Espero q estes super
    Fascinante narración , viví cada momento como si yo fuese julia , me sentí junto a Michael y hasta puedo decir que sintiéndome cerca a él , no sentí miedo de que el veneno de Joseph me lastimara , si que ese tipo es un venenoso , como una cobra , soltar esas mentiras en el rostro de los dos enamorados, pero que tonto es el , claro como no sabe amar cree que todos tienen su modo de pensar tan tergiversado con respecto a la ambición , claro que julia ama a Michael y el también ... amé esa ternura con la que ambos quedan dormidos que hermoso seria dormir observando su rostro y despertar teniendo a su imagen como lo primero que ver...wow verlo por todos lados , si me ha ocurrido jajaja


    Me encanta las palabras que usas para dejarnos soñar, es tan fácil suspirar durante la lectura, todo suena tan romántico tan bien detallado , eres una genio amiga, me dejas boquiabierta con esa manera tan bonita que tienes de expresarte

    Felicidades!! Tu novela esta compuesta por ESTUPENDOS capítulos, es una historia singular

    Gracias x tu apoyo a mi historia
    Q tengas lindos días

    besos

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  6. aaaaaaaaaaaaw, me encanto !!!!!!!!!!!!

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  7. Hermosooooooooooo!!! en los pocos días que tengo leyendo esta novela me ha enamorado, es súper romántica. Aaaaaay que lindo es el amor!!! por fa síguela y te felicito pues escribes muy bien =)

    Anita

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  8. Holaa!
    Acabo de crear mi blog, y me encantaría que lo visitases y leyeses mi proyecto: "Con una sonrisa"
    Espero que te guste :)
    http://conunasonrisafanfic.blogspot.com/

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  9. descubri tu novela hace poco y me encanto!!! y de ahora en adelante la seguire(:
    me gusta mucho tu historia es muy buena:D
    por favor actualiza pronto!!
    espero el sig capitulo;)
    saludos
    Sabrina

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  10. NAAAAAAAAAAA :'( se que el capitulo estuvo largo pero a mi se me hizo corto TT__TT
    siguee por DIOSSSS!

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  11. Maldito Joseph siempre tiene qu eser el el que arruina todo ¬¬ me gustaria golpearle hasta no mas poder

    Descubri tu novela hace poco, perdn si no he comentado Rayos! en todos los blogs que me gustan no me da tiempo de comentar =(

    pero lo are mas seguido =D

    Espero actualizes pronto

    __________________________________________

    ஐReflexiones de una Pasión ஐ

    http://neniiithajacksonmurmulloindescreto.blogspot.com/

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Ya leíste la historia, ya eres parte de este mundo.

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