miércoles, 20 de abril de 2011

Capítulo 25

XXV

Y me besó…

Sus manos aprisionaron dulcemente mi rostro, mientras el tiempo y el espacio perdían su forma, mientras todo a nuestro alrededor se desvanecía, mientras desaparecía tras las delicadas y mortíferas caricias que Michael dejaba correr por mi tembloroso y helado rostro.

El aroma de Michael me llenaba los pulmones, me embriagaba con su enloquecedora dulzura, me golpeaba y me descolocaba con su enervante poder. Ahí, bajo aquel cielo estrellado, encontré la única razón de mi existencia, la única razón por la que dejaría mis miedos, mis ideas y mis mil ataduras a un lado y me lanzaría de lleno al abismo.

Los labios de Michael rozaban los míos con la delicadeza e infinita suavidad de las alas de una mariposa, y la poderosa intensidad de las violentas olas golpeando contra la playa. La contradicción de las sensaciones que Michael lograba despertar en mí me aturdió por un instante infinito. ¡Qué suave y delicado podía ser! ¡Qué violencia y qué mortífera intensidad se escondían tras sus sutiles caricias!

Un juego demente se desarrollaba con cada contacto, con cada mirada, haciéndonos presas, volviéndonos enemigos que sucumbían, sin quererlo, ante el otro…

Michael develó cada uno de mis secretos al contacto con mis labios, reduciendo mis miedos a polvo, convirtiendo mis barreras en trizas. Lentamente, caí en un abismo del que no quería salir nunca.  Me perdí en el frenesí del primer beso…

Mis miedos se desvanecieron lentamente tras el contacto de Michael… Él, él me había atrapado, él, quien era justo la clase de persona que lograba hacerme huir... No huiría esta vez, porque sabía que, aunque así lo quisiera, no llegaría lejos. No podría evitar volver a la fuente de aquella adicción, de aquella enfermiza dependencia.

¿Eran mis manos las que tomaron su delicado rostro entre ellas? ¿Eran sus brazos los que me rodeaban, acercándome a él, volviéndome su presa? Me perdí en una deliciosa confusión, me dejé llevar por el aturdimiento de mis sentidos.
Llevé ambas manos a su cuello, cediendo, sucumbiendo infantilmente ante el dulce veneno de sus labios, que comenzaba a obrar sobre mí. Michael comenzó a acariciar delicadamente mis mejillas, dejando su calor ahí donde habían estado sus manos.

Michael recorría suavemente mis labios, borrando con su delicado contacto mis miedos, mi dolor. Deseé entonces que aquel beso fuera eterno. Deseé que el fuego que quemaba mis labios no se apagara jamás. Deseé por décima vez en los últimos 30 segundos que aquel dulce y adictivo sabor jamás dejara mis labios.

Por un instante, toqué el cielo, escuché el coro de los ángeles. Cada una de mis necesidades se vio colmada entonces, cada uno de mis sueños se vio cumplido y cada objetivo en mi vida se vio desplazado. Me topé de frente con el destino, quien me enseñó que mi combustible, mi nuevo oxígeno se encontraba suspendido en los delicados labios de Michael.

Michael depositó una serie de dulces besos en mi frente y mejillas, para luego separarse de mí y mirarme intensamente. En aquellos ojos se veían reflejadas la inocencia y bondad de un niño, pero también un seductor brillo que en esos momentos me quitó el aliento. La distancia que latía entre nosotros dolía, pero fui incapaz de acortarla, paralizada por la mirada hipnotizante de Michael.

-          ¿No dirás nada? –preguntó después de un rato, frotándose nerviosamente las manos, bajando la mirada, sonrojándose delicadamente frente a mi escrutinio.

¿Qué podría decir? Dijese lo que dijese, nunca sería suficiente. Las palabras serían, simplemente, insuficientes. Serían sencillos adjetivos dados a un sentimiento innombrable, indescriptible, inmenso.

-          Al final, me lleno de valor y me desenmascaro frente a mi más grande enemiga, y… tú decides torturarme con tu silencio –se cruzó de brazos, apartando la mirada, condenándome al martirio de la privación del brillo de sus ojos.
-          ¿Qué quieres que te diga? –espeté, mordiéndome los labios, dejando escapar mi impotencia y desesperación en aquel gesto casi infantil.

Michael calló. Se mantuvo impasible, separado de mí por unos escasos pero infinitos centímetros. El silencio me gritó descaradamente lo que Michael quería escuchar, y lo que yo temía ser incapaz de decir, amordazada de nuevo por el monstruo del pasado, por mi fiel acompañante: el miedo. Aquel enemigo mortal que me había enseñado a mantener mis opiniones encerradas bajo llave. Aquella sombra en mi pasado, aquella mancha en mi presente que me había enseñado a no expresarme ni por error.

Alcé la vista al cielo, derrotada, desesperada, esperando poder encontrar aquellas palabras que tanto ansiaba poder decir. ¡Como si fuera posible! ¡Como si hubiera palabras suficientes para atrapar en ellas la magnitud de mis sentimientos!

-           Te amo, Michael –aventuré a decir, temiendo sonar como la niñita estúpida que era –Súbitamente, te convertiste en el dueño de mis pensamientos. Tus miradas se convirtieron en mi combustible; y tu amor, en mi más grande anhelo.

Al decir aquello, una ardiente lágrima comenzó a rodar por mi mejilla, dejando su peculiar surco sobre mi piel. Me había desenmascarado. Había hecho a un lado aquella mordaza, había dejado caer mis barreras. Sólo esperaba que mi poderoso enemigo tuviera compasión de mí.

 Michael rozó mi rostro con el borde de su dedo esbelto índice, borrando suavemente aquella lágrima, obligándome a mirarle.

-          ¿A qué le temes? –preguntó entonces, mirándome intensamente, escrutando mi expresión con vehemencia.
-          A no ser lo que quieres en realidad –admití, bajando la vista nuevamente, torturándome con la verdad de esa frase –A no ser suficiente… a ser demasiados problemas.

Michael me abrazó con fuerza. Hundí mi cabeza en su cuello, aspirando su embriagante e indescriptible aroma, fundiéndome con él en un abrazo que deseaba hacer interminable.

-          Un problema sería no tenerte más a mi lado. Ése sería un grave problema…

Cuando susurró aquello a mi oído, supe que era verdad. Al oír esas palabras, mis miedos se desvanecieron, expulsados por la melodiosa voz de Michael, que continuaba estrechándome entre sus brazos, haciéndome una peculiar cautiva, una cautiva que no quería escapar. Entre sus brazos, perdí la noción del tiempo y del espacio. Sólo importaba tenerle ahí, latiendo junto a mí, vibrando conmigo.

Aquellos miedos me parecieron entonces infundados, y se ocultaron tras la paralizante euforia que Michael había despertado en mí. Ahora, mi mayor miedo era separarme de él, dejar de verle. Al pensar en ello, un espasmo de dolor me recorrió.

Por un momento, me imaginé separada de él. Sola. Vacía e incompleta. Pensé entonces que era mejor no vivir, a vivir condenada a su olvido, a no poder perderme en el abismo de sus ojos nunca más. En ellos radicaba el sentido de mi vida, en ellos se sumergía todo cuanto ansiaba ver.

“Idiota” pensé “Terminarás quemándote en su fuego”

Michael me tomó de la barbilla y de detuvo a mirarme, interrumpiendo mis ensoñaciones, regresándome bruscamente a mi entonces bella realidad. Ahí, perdida en el brillante infinito de sus ojos marrones, floté hasta desvanecerme, atrapada por la belleza de aquella mirada. Esa era mi prisión, y no quería salir jamás.

Cuando Michael destruyó los mínimos centímetros que nos separaban y juntó sus labios con los míos nuevamente, el aire a mi alrededor se tornó insuficiente, y aquella sensación me desconcertó. Sus labios, suaves y delicados, eran los proveedores del más letal y adictivo veneno, un veneno que bien podía convertirse en mi obsesión.

Michael se puso de pie y se alejó dos pasos de mí, dándome la espalda. Aquella distancia me parecía infinita, y el vacío entre ambos dolía. Me privó de la belleza de su mirada, demostrándome, una vez más, cuánto dependía del brillo de sus ojos, de la belleza de su sonrisa.

Me puse de pie, impulsada por la necesidad de conectar su mirada con la mía nuevamente. El brillo y la infinidad de aquellos ojos marrones me atraparon una vez más. El mágico resplandor que sus pupilas desprendían me inundó. Perdí mi identidad, fundiéndome en el cristalino brillo de sus inmensos ojos. Me sorprendí a mi misma necesitando desesperadamente una mirada más, esperando un movimiento, acechando a mi presa.

Ahí residía el sentido de aquel juego. Michael se movía, yo me movía. Michael me negaba una mirada, yo me desesperaba. Michael me tocaba, y yo moría. Me dí cuenta entonces de que yo no era más que un títere, nada más que una muñequita moldeable entre sus manos. Conmigo podría hacer lo que quisiera, y yo no iba a negarme. Reparé con sorpresa en el hecho de que no importaba si Michael me amaba, me odiaba o tenía miedo de mí… con el simple hecho de no condenarme a la indiferencia me bastaba, con saberme alguien en su vida era más que suficiente.

Encontré aquellos pensamientos enfermizos, dementes. La obra en progreso de una completa lunática. Aquella loca dependencia amenazaba con destruirme, pero poco me importaba.

Le miré una vez más, dejando de ser yo, haciendo a un lado mi coraza, fundiéndome, desvaneciéndome en su infinito. El brillo de sus ojos y el sonido de su risa se convirtieron entonces, oficialmente, en mi obsesión.

-          ¿No más miedos? –preguntó Michael, tendiéndome una mano, ofreciéndome sellar un pacto que esperaba poder cumplir.
-          ¿De qué me servirían? –concluí. Estreché su mano, y él depositó un beso en su dorso.
-          Es oficial. De ahora en adelante dejaremos de ser “tú” y “yo”. Ahora seremos “nosotros” –dijo con una nota de infantil orgullo en la voz.
-     Pero qué cursi eres -bromeé, al tiempo que la brillante sonrisa de Michael me dejaba sin aire de nuevo. 

Michael rodeó mi cintura con ambos brazos, y yo apoyé mi cabeza en su pecho, arrullándome con los latidos de su corazón. De los latidos de ese corazón –estaba segura– dependían los latidos del mío.

-          Te amo, pequeña –dijo antes de depositar un suave beso sobre mi cabello.

Permanecí callada, saboreando el significado de aquella frase, enloqueciéndome con el golpe que aquella oración obró en mí. Dos palabras, cinco letras, una frase pequeña, pero que en esos instantes contenía el sentido de mi vida.

-          ¿Estás lista? –preguntó Michael separándose de mí, mostrándome una de aquellas sonrisas que lograban que mi corazón latiera a mil por hora, una de aquellas sonrisas que me gritaban descaradamente que la perfección sí existía.
-          ¿Para qué? –respondí. Michael entrelazó sus largos y estilizados dedos con los míos, aferrándome a él como si su vida dependiera de ello.
-          Para enfrentar al mundo –susurró a mi oído suavemente, acariciándome con la dulzura de su aroma.

Dí media vuelta, aún sosteniendo la mano de Michael entre la mía, saliendo del Paraíso y regresando lentamente a Tierra.

Dirigí un fugaz y distraído vistazo a la puerta, y lo que ví ocasionó que mi corazón diera un vuelco. Sentí cómo la sangre abandonaba mi rostro velozmente, y mis piernas comenzaron a flaquear. Un sabor amargo me llenó la boca, y la sensación de miedo, de inferioridad se hizo presente de nuevo, rompiendo mi frágil ilusión en un millón de pedazos. Michael apretó mi mano con más fuerza, y, al levantar la vista hacia su rostro, ví cómo éste se tensaba, cómo se endurecía, anunciándome lo que se avecinaba.

 Ahí, desde el umbral de la puerta, nos miraba con ojos llameantes el primer y –quizá– más temible representante de aquel “mundo” que latía a nuestro alrededor, oponiéndose, amenazando con separarnos.

El primer representante de nuestros opositores se presentó bajo el nombre de…

Joseph Walter Jackson.

8 comentarios:

  1. Por fiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin!
    Que bonico :)
    Joseph -.-
    Seguro que tratará por todos los medios que se separen.. :(
    Sigue muy pronto!
    Un beso!
    Paola♥

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  2. Hola amiga
    Wow me dejaste sin aliento
    Que buen capitulo, magnifico, narraste cada instante con una delicadeza deslumbrante, casi pude sentir los labios de Michael o_o....ambos se aman demasiado, que bueno que al fin hayan dejado sus temores fuera , sobre todo julia y se haya decidido a decirle que lo ama...
    “Un problema sería no tenerte más a mi lado. Ése sería un grave problema…”
    Esas palabras me desvanecieron por completo , me derretí de solo imaginármelo a él tan guapo como lo describes en tu narración
    Tenia que aparecerse Joseph Xd , pero el amor es mas fuerte ...deseo saber q mas sucederá ...esto no puede estar mas interesante ...amo tu novela , la idolatro , Es estupenda

    Gracias eres grandiosa
    cuidate mucho
    Dulces días
    bye

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  3. hola, yo nunca eh podido comentar tu novela, de hecho no recuerdo haber comentado alguna, es la falta de tiempo, me gustaria que pasaras a leer la mia.
    Me encanta tu novela, la mayoria de las escritoras de este blog tienen una magia para escribir, y quiero que sepas que tu novela se convirtio en una de mis favoritas. Espero y la sigas pronto.

    Me retiro, cuidate mucho
    Bye

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  4. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!! D=
    Oh por Dios! Joseph tenía que llegar a arruinar el hermoso momento entre Michael y Julia TwT.
    No sería el único momento que ese hombre arruinó en la vida de Michael ¬¬
    Por un momento creí que hablabas de Tatum, o también llegué a pensar que todo lo que ocurría en ese momento no era más que un sueño para Julia, por la forma en que describes que el rostro de los dos se tornó tenso..
    Pero bueno, lo hermoso de esto es qe los dos ya saben el amor que se tienen el uno al otro ♥

    Julia! No dejo de amar tu historia! Utilizas las palabras mas bellas que puedes encontrar aunqe sean insuficientes para describir perfectamente esa sensación magníficaa... (=

    Felicidades Por el capítulo! DE LOS MEJORES!!
    TIENES que actualizar pronto! =D

    MILES de Besos ♥

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  5. waaaaaaaaaaaaaaaaa me dejaste asi :O
    tenia como 10000 años sin comentar [ -.-' lo siento mucho] pero en fin ya me puse al dia con tu maravillosa novela, es increible Dios Mio!!
    X_X por QUE! siempre arruinan todo? A'xu
    CONTI CONTI CONTI♥ Plis que lo dejas en lo mejor

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  6. nueva lectora :D pero porque joseph tiene que venir y echar todo a perder ¬¬

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  7. wiii....por fin...que bueno
    amé el capitulo...nena esta genial
    u.u..tenia que aparecer joseph y arruinar
    mágico momento..
    te felicito de veras, escribes muy bien
    saludoos!!!
    LisJackson

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  8. Diooos que capítulo más romántico!! Es precioso!!! :) :) Y Joseph... que miedo!! :$

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Ya leíste la historia, ya eres parte de este mundo.

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